Por qué el epicureísmo, no el estoicismo, es la filosofía que necesitamos ahora

 Los filósofos han advertido contra el placer desde Platón, pero los principios epicúreos pueden ser la base de una política humana dirigida a la seguridad para todos. ¿Qué ideas te vienen a la mente cuando escuchas la palabra “epicúreo”? Probablemente: snob de vinos, cocina gourmet, petimetre, superficial, ocioso, frívolo, decadente, egoísta y, por supuesto, buscador de placeres. El placer, y la filosofía epicúrea en la que juega un papel central, es una estrella fija de la desaprobación filosófica. Todos los grandes, desde Platón hasta nuestros teóricos modernos del bienestar, sin mencionar a los Padres de la Iglesia Primitiva, advirtieron, y aún advierten, contra él.

En aquel entonces, los ataques al placer se centraban en la superioridad de los humanos sobre otros animales y en nuestras competencias, obligaciones y responsabilidades especiales. El placer es lo que persiguen los animales tontos e irracionales: comer, aparearse, holgazanear. Los humanos estamos hechos para cosas más elevadas, más difíciles y a veces más dolorosas, como insistían los estoicos, los antiguos opositores de los epicúreos: la fortaleza en la adversidad, el autocontrol, el trabajo intelectual, las inferencias lógicas, la contemplación de las entidades espirituales e inmateriales. Hoy en día, la inquietud por el placer también refleja una aversión al consumismo y a las promesas vacías de los anunciantes que nos inducen a creer que tal o cual producto o actividad es la clave para días llenos de diversión y sueño reparador.

https://www.newstatesman.com/international/2021/01/why-epicureanism-not-stoicism-philosophy-we-need-now

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