Computación, sorpresa y originalidad

https://link.springer.com/article/10.1007/s13347-021-00453-8


Resumen

Las notas de Lady Lovelace sobre la Máquina Analítica de Babbage (1843) nunca hacen referencia al concepto de sorpresa. Tener alguna pretensión de "originar" algo -a diferencia de la Máquina Analítica- no es necesario ni suficiente para poder sorprender a alguien. Sin embargo, Turing traduce el "esta máquina es incapaz de originar algo" de Lovelace en términos de una hipotética objeción de "los ordenadores no pueden cogernos por sorpresa" a la idea de que las máquinas puedan considerarse capaces de pensar. Para entender el significado contemporáneo de lo que se echa de menos en la traducción de la "sorpresa" de Turing de la intuición de Lovelace, hay que distinguir entre las sorpresas triviales (que se derivan de nuestra limitada capacidad para almacenar datos y procesarlos) y aquellos acontecimientos, proposiciones o encuentros que nos llevan a cuestionar nuestra comprensión de nosotros mismos o de lo que nos rodea. Sólo algunas de estas sorpresas no triviales son producto de un esfuerzo de originalidad. No sólo es poco común que las sorpresas sigan la pista de tales esfuerzos, sino que el tipo de autonomía que se requeriría por parte de los "ordenadores digitales" para que la originalidad y la sorpresa se cruzaran de esa manera va mucho más allá de la autonomía operativa que pueden alcanzar las "máquinas de aprendizaje". Este artículo sostiene que una traducción destacada de la idea de originalidad de Lovelace -para las "máquinas de aprendizaje" contemporáneas y futuras- es una versión invertida de la pregunta de Turing sobre la sorpresa: ¿podemos sorprender a los ordenadores de una manera no trivial y "coproducida"?


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