El nuevo traje de la gobernanza de datos Cuando los ciudadanos, los consumidores y las partes interesadas no pueden hacer que las instituciones rindan cuentas de sus promesas, hay pocas razones para confiar en ellas

https://www.cigionline.org/articles/data-governances-new-clothes/

El "gobierno" de los datos, sin derechos reales, es una ilusión vergonzosa.


Recientemente, el Servicio Nacional de Salud (NHS) del Reino Unido, a menudo descrito como el orgullo de ese país, recibió el revés legal y de la prensa por una política de compartir la información sanitaria personal de los pacientes con terceros, entre ellos Palantir, una controvertida empresa tecnológica estadounidense. La medida fue lo suficientemente preocupante como para inspirar una demanda, meses de retrasos en la investigación y una protesta de los médicos. Pero, quizá lo más preocupante, es que el Gobierno británico describió su necesidad de confianza y cumplimiento de las leyes de datos, al tiempo que obligaba a los pacientes -probablemente de forma ilegal- a pasar por un enrevesado proceso de "exclusión", en lugar de obtener un consentimiento afirmativo.


La medida centraliza de forma significativa las decisiones sobre la gobernanza y el corretaje de los datos recogidos por los servicios sanitarios del Reino Unido. Crea un nuevo foco de poder potencial y, lo que es más preocupante, es algo que el gobierno tory británico ha estado intentando llevar a cabo durante los últimos ocho años. Al principio, se llamaba Care.data. Entonces fracasó porque no pudo ganarse la confianza del público. Pero las cosas han cambiado. En 2021, con los poderes de emergencia en vigor y una pandemia mundial como cobertura, Westminster está más inclinado a fingir disculpas que a pedir permiso.


Debemos reconocer desde el principio que la gobernanza de los datos es como cualquier diseño: todos los datos se gobiernan. Lo que difiere, de un caso a otro, es el grado de consideración, equidad y responsabilidad con que se hace. Una forma fácil de predecir la popularidad de una nueva tendencia de gobernanza es buscar soluciones que parezcan justas y suenen como tales, pero que no tengan en cuenta de forma significativa la política o el poder. La explotación de la arquitectura de datos para maximizar la influencia privada sobre los servicios públicos, y su huella digital, no sólo está creciendo durante la pandemia de COVID-19; está haciendo cada vez más evidente la facilidad con la que los planes supuestamente benignos para la gestión de datos pueden ser mal utilizados, bajo la apariencia de conferir un beneficio público o un bien social.


Independientemente de que estas iniciativas se centren en el "código abierto", la "tecnología para el bien" o la "infraestructura pública digital", en el fondo suelen recurrir a recursos privilegiados por el público y se invierte en poner un conjunto de servicios, herramientas o derechos de acceso a disposición de un pequeño grupo de personas ya privilegiadas, sin abordar de forma significativa el coste relativo para quienes la tecnología deja fuera. Eso no es nada "bueno".


Y esta división está en la raíz de una importante y creciente brecha en el campo de la gobernanza de los datos, que se está incrustando rápidamente en todos los sistemas que evolucionan para depender de las herramientas y los datos digitales. Como resultado, los proyectos de transformación digital que más dependen de la legitimidad y la confianza del público a menudo traicionan esa confianza. Ofrecen garantías públicas de protección abstracta de la privacidad y la seguridad, mientras que no desarrollan ninguna vía significativa para la aplicación o la justicia. El resultado inevitable es la fragilidad y la injusticia cuando estos sistemas resultan ser defectuosos.


En la práctica, la brecha comienza con la definición del problema. A grandes rasgos, hay dos marcos animadores para los proyectos de gobernanza de datos. El primero es la maximización del valor de los datos: "Estamos generando muchos datos: ¿cómo maximizamos su valor?". El segundo tiene su origen en la resolución de un problema en el contexto: "¿Podemos ayudar a resolver un problema para un grupo de personas con datos o tecnología?" Los enfoques de maximización del valor y de resolución de problemas contextuales para la gobernanza de los datos son intrínsecamente políticos, pero miden y realizan su política de forma muy diferente. La maximización del valor incentiva a los pioneros y a las definiciones amplias de los problemas, al tiempo que minimiza los costes de la diligencia debida, la participación de los titulares de derechos y la responsabilidad. Por el contrario, los enfoques de resolución de problemas contextuales tienden a incentivar la diligencia debida, la colaboración con los titulares de los derechos y la rendición de cuentas, todo lo cual es un coste, si no un obstáculo, para la reutilización de los datos.

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