Necesitamos más protección contra la vigilancia gubernamental, no menos

https://www.politico.eu/article/we-need-more-protection-government-surveillance-not-less/

En su artículo de opinión "El último refugio del delincuente: Los teléfonos inteligentes encriptados" (26 de julio), Catherine De Bolle, directora ejecutiva de Europol, y Cyrus R. Vance, Jr. fiscal del condado de Nueva York, hicieron una extraordinaria apuesta por socavar la encriptación, apenas una semana después de que el escándalo Pegasus sacudiera el mundo y pusiera de manifiesto los peligros de la vigilancia gubernamental facilitada por las empresas tecnológicas.


El propio titular resultará especialmente chocante para los cientos de periodistas y defensores de los derechos humanos actualmente detenidos en todo el mundo. ¿Su "delito"? Defender los derechos de los demás y defender la democracia.


En Turquía, por ejemplo, muchos han ido a la cárcel simplemente por utilizar servicios de mensajería encriptada, un acto en sí mismo considerado delictivo por las autoridades. Como hemos visto con Pegasus, Europa no es una excepción a esta tendencia, con tres periodistas de investigación húngaros en el punto de mira.


Los defensores de los derechos humanos y los periodistas no son los únicos grupos para los que la encriptación es esencial. Los miembros de la comunidad LGBTQ+ dependen del cifrado de extremo a extremo para garantizar su privacidad y seguridad. Los supervivientes de la violencia doméstica confían en las herramientas de cifrado de extremo a extremo para disponer de un canal seguro para hacer planes y comunicarse con personas de confianza.


La encriptación ayuda a evitar que espías, delincuentes y gobiernos hostiles accedan a las comunicaciones confidenciales y las exploten; que roben datos personales, financieros y de otro tipo; que penetren en los sistemas informáticos y las bases de datos y que provoquen trastornos sistémicos a gran escala en las economías, las infraestructuras y la seguridad.


La afirmación de que los autores apoyan "una encriptación fuerte, pero no una encriptación no regulada" es desgraciadamente engañosa. Como confirmará cualquier tecnólogo o ingeniero, las comunicaciones están cifradas de extremo a extremo, o no lo están. Es una cuestión de informática.


La "encriptación regulada" es simplemente un eufemismo para las puertas traseras del gobierno en nuestras comunicaciones. Las puertas traseras socavan la seguridad de las comunicaciones, dejándolas abiertas y vulnerables a los ataques de actores malintencionados. No existe una puerta trasera sólo para los buenos. Aunque la hubiera, el escándalo de Pegasus nos recuerda que no todos los gobiernos son "buenos" y que los "buenos gobiernos" pueden actuar mal.


Estamos totalmente de acuerdo con la necesidad expresada de combatir los actos de violencia sin sentido y proteger a los niños de la explotación. Pero la ruptura del cifrado disminuye nuestra capacidad de alcanzar estos objetivos. Como sociedad debemos reforzar los enfoques existentes, pero también invertir más ampliamente en los servicios de apoyo y protección de los niños y las familias.


El escándalo de Pegasus demostró, una vez más, cómo nuestro derecho a comunicarnos de forma segura apuntala los pilares de la democracia, incluyendo la libertad de prensa, la presunción de inocencia, la privacidad y la libertad de expresión y asociación. La democracia y los derechos humanos necesitan más protección frente a la vigilancia gubernamental, no menos.

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