Ferment Is Abroad: Techlash, instituciones legales y los límites de la legalidad
“Las leyes tienen que determinar qué es legal, pero no se puede prohibir la tecnología. Claro, eso podría conducir a un futuro distópico o algo así, pero no puedes prohibirlo ".
David Scalzo (uno de los primeros inversores en Clearview AI)
Las instituciones tecnológicas y legales se enfrentan a momentos gemelos de ajuste de cuentas.
Por un lado, tenemos el "techlash". En los últimos años, el entusiasmo por la ideología de California de Silicon Valley como fuente de esperanza y vigor para el imaginario capitalista occidental ha comenzado a desvanecerse. La industria de la tecnología ya no disfruta de una buena voluntad incuestionable y de un apoyo popular entusiasta a sus narrativas de determinismo tecnológico y benevolencia rentable. Por el contrario, la industria ha sido el foco de una mayor desconfianza pública, activismo civil y de los trabajadores y escrutinio regulatorio, una cuajada colectiva de la buena voluntad conocida como el "techlash". Existe un creciente reconocimiento de que la tecnología es profundamente política y se materializa una creciente desconfianza en la política neoliberal que se materializa en nuestra economía política actual de innovación tecnológica.
Casi en paralelo, el fermento está (una vez más) en el extranjero en la ley. Ante los nombramientos judiciales altamente controvertidos y las claras fallas de la justicia en la forma en que la ley responde a desafíos como el cambio climático, el encarcelamiento masivo y la creciente desigualdad económica, los métodos que separan la tarea del razonamiento legal de su urgencia política y sus consecuencias distributivas suenan cada vez más. falso. Tanto los comentaristas populares como los académicos cuestionan la incapacidad de nuestras instituciones legales para proteger (o incluso reconocer como legalmente relevantes) los peores abusos de nuestro tiempo. Estas críticas enfatizan los límites de las estrategias políticas progresistas (antidemocráticas) que dependen demasiado de las apelaciones a las instituciones y métodos legales existentes en lugar de desarrollar estrategias para revitalizar democráticamente (o reemplazar o abolir) esas instituciones.
Para dar sentido a estos momentos gemelos, es necesario que veamos el derecho, la economía y la computación como tres formas profundamente interrelacionadas de organizar y expresar el poder. Tanto la ley como la tecnología han jugado un papel fundamental en la construcción, mantenimiento y extensión de los modos neoliberales de gobernanza. Las implementaciones tecnológicas han dado nueva vida a la antigua separación neoliberal de los dominios económicos y políticos, y los métodos legales que han facilitado la economía política neoliberal también han permitido nuevas tecnologías. A medida que las críticas a la centralidad de la lógica económica neoliberal van ganando terreno, debemos tener cuidado de que ese trabajo no simplemente despeje el camino para una hegemonía emergente de la lógica computacional neoliberal. En cambio, debemos estar atentos a los defensores del dominio epistémico y político de los mecanismos computacionales, y debemos criticarlos por motivos similares y con la misma urgencia. Además, las teorías sobre los programas y métodos legales necesarios para democratizar la economía no deben ignorar el papel que pueden desempeñar las tecnologías digitales en el logro de estos objetivos.
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